Los Amigos de la Noche Templaria

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La Orden del Temple se instituyó en Jerusalén, sobre las ruinas del Templo de Salomón, tras la muerte del caudillo Godofredo de Bouillon, en el siglo XII a raíz de la primera Cruzada en 1118, bajo el reinado de Balduino II. En ella profesaron como frailes-caballeros nueve guerreros, entre los que se encontraba Hugo de Payens y Godofre de Saint-Omer adoptando los estatutos de los canónigos reglares de San Agustín, entre los que hicieron los votos de pobreza, obediencia y castidad ante Gormondo, el Patriarca de Jerusalén. Este núcleo se formó militarmente para reducir los combates terrenos, y místicamente para luchar contra los enemigos del alma a los que tendrían que vencer para conquistar el Santo Sepulcro de Jerusalén de las manos de los infieles. Su fuerza y gran valor espiritual se difundió por toda Europa encargándose de la conquista del mundo cristiano del que pronto se hicieron dueños llegando a competir con monarcas y aún el mismo Papa, lo que suscitó varias envidias, y al final su caída. España, que se encontraba inmersa en la Reconquista, fue uno de los países que aprovechó su presencia para hacer retroceder a los árabes desde el Duero hacía el Sur.

Las primeras noticias en la Península hispánica nos llevan al año 1128. En el año 1129, el Conde de Barcelona, Don Ramón Berenguer III se hizo miembro de la orden tomándole juramento Hugo Rigal, y concediendo a la Orden el castillo de Grañera. En Castilla y León se instaló la casa central de la Orden en Zamora, donde habitualmente vivía el Maestre y tenían lugar los cabildos generales. En unos de los documentos que otorgaba el Maestre aparecía como cofirmante en el año 1307, Fray Ferrand Moñiz, Comendador de Ponferrada. Los hermanos del Temple se instalaron en Ponferrada en año 1178 por concesión de los Reyes de León para proteger el camino francés hacia Compostela. Los caballeros fundadores de la Orden fueron: Hugo de Payens, Godofredo de Saint-Omer, Godofredo Bisol, Payen de Montdidier, Archembaud de Saint Aignantm, Andrés de Montbard, Gondemar Hugo de Champagne y Jacques de Rossal. Los caballeros de la orden del templo estuvieron en Jerusalén hasta el año 1187 cuando los musulmanes tomaron la ciudad. Luego se ubicaron en Acre, Antioquia, Cesarea y finalmente en Chipre. Acogidos a una regla fija para regirse, los religiosos con hábito seglar, acudieron a San Esteban, Patriarca de Jerusalén. Este tema fue tratado en el Concilio Trecense en Francia. San Bernardo con los demás compañeros del Concilio aprobaron la institución de los Templarios que desde entonces fue sometida a la regla del Císter. La “regla”, realizada por Bernardo de Claraval, escrita en latín, contaba con sesenta y ocho artículos y una introducción que resaltaba la dimensión de religiosos, de los monjes – soldado: “A vosotros, que habéis hecho renuncia de vuestras voluntades personales, que prestáis servicio de caballería al Rey con armas para la protección de vuestras almas, velad en un sentido universal al escuchar maitines y todos los servicios, según se establece en el lugar canónico y lo que dicten los maestres regulares de la santa ciudad de Jerusalem…” Su presencia en los combates de Siria, Egipto y Palestina se reclamaba por su fama de guardianes, fieles de los peregrinos extraviados en las vías que conducían a Jerusalén y centinelas del Santo Sepulcro. Esta orden semimonacal y semiguerrera tenía un ritual para el ingreso en la Orden, ante el Gran Maestre. Una vez integrados en la comunidad había varios estatutos que regían la vida de los caballeros.

En el apartado XX “De la calidad del vestido,y de su modo”, se manda que el vestido siempre sea de un mismo color, blanco o negro y en el invierno o estío la vestimenta puede ser blanca “ pues ya que llevan vida negra y tenebrosa se reconcilien a su Criador por la blanca”, como símbolo de castidad que es la seguridad del pensamiento, y de sanidad del cuerpo. También se establece que el Procurador de este ministerio vigile y procure que los vestidos no estén ni cortos ni largos, sino es en mesura a los que los visten y usan y se entreguen puntualmente los usados para poder destinarlos a los novicios y a los pobres. Los Templarios llegaron a establecer un gran número de comunidades, y de iglesias por toda Europa. En uno de estos lugares en donde se establecieron durante el siglo XII fue en España, inicialmente en Cataluña, seguida de Aragón, Navarra y finalmente en Castilla y León. Los Caballeros Templarios se hicieron cargo de la protección y defensa de las fronteras, por cuya razón tuvieron que librar numerosas batallas. Se hicieron temidos y respetados aún por sus enemigos, por sus cuantiosas expediciones contra los musulmanes, como, por ejemplo, su notable participación en la conquista de Lérida, de Tortosa, Cuenca, Valencia, Mallorca, y en la batalla de las Navas de Tolosa. A la muerte de Alfonso I el Batallador fueron nombrados herederos, junto con otras órdenes militares del reino de Aragón; aunque renunciaron a la misma por lo que recibieron a cambio nuevos castillos y fortalezas.

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